lunes, 30 de enero de 2012

A medio camino entre la fe y la desesperanza.

El tema de juventud me ha vuelto a dar vueltas en estos días por cuestiones de trabajo. Con la militarización del gabinete de seguridad, no evito pensar en cómo existe tanta gente buena metida en tratar de echar a andar cosas buenas para las y los jóvenes. En cómo hay gente intentando entender, intentando dar sentido, apostando por llenar los vacíos y construir desde abajo y de una manera civilizada alternativas ante esta situación. Pienso y temo en cómo estos cambios hechos por un presidente que recientemente se destaca a sí mismo con mucha frecuencia como comandante general de la fuerza armada, vienen a ser un contrasentido en el camino de estas personas.

Pienso en la gente buena con quienes trabajo todas las semanas, gente que está haciendo un esfuerzo por entender mucho de lo que queremos hacerles ver porque saben que necesitan prepararse para poder ayudar. Pienso en como se van reubicando, en como van de a poco entendiendo su lugar en medio de una sociedad como la que tenemos. Pienso en los jóvenes con quienes he hablado recientemente, cómo se tienen fe aún en medio de esta locura (de alguna manera me recordaron unos de ellos a los de mi post anterior), pienso en tanta gente que lucha por sumarle algo bueno a este país. Y no dejo de sentir tristeza por el rumbo que, desde quienes tienen poder, se le da a este y a tantos otros temas.

Y no soy el único con preocupación, cansancio, desesperanza. Leo a alguien como la Virginia, cansada de esto, leo a Don Carlos teniendo que recordarnos lo del "Paratiay" con tristeza, leo a la Ana teniendo que hacer catarsis por su país tan lejano y doloroso, veo a mi compañera de trabajo luchando contra la desesperanza y la Ligia recordándome que nuestra es tristemente un ejemplo perfecto de qué hacer para mantener vivo un conflicto sociopolítico, con o sin guerra civil de por medio.

Dice José Luis Sanz, en una columna de El Faro que estamos en una tierra de machos acostumbrados a resolver los dilemas por la vía fácil y presumir de certezas. Quizás así sea. Con los hechos del día a día la desesperanza es lo normal. Con este rumbo cuesta encontrar a qué aferrarse, qué puede darnos tantita esperanza. Yo mismo he de decir que recientemente me he encontrado a medio camino entre la fe y la muy racional desesperanza. 

Con todo y todo, gente reciente, jóvenes y adultos que he encontrado me han llevado a recordar que toda construcción social puede deconstruirse. Que podemos armar otras estructuras desde abajo, desde los de abajo. 

Decía Monseñor Romero que con este pueblo no cuesta ser buen pastor. Es fácil ver Cuando veo gente como la que he compartido en estos días en que he tenido la oportunidad de hablar de lo poco que sé sobre los y las jóvenes se me hincha la fe y pienso que si los impulsamos, si nos unimos a ellos podemos revertir aunque sea tantito esta vorágine. Que con gente que les brilla tanto los ojos como ellos es posible. La gran pregunta es quienes vamos a su encuentro. 

Todo lo grande acontece en la tempestad, recordaba Heidegger en un su discurso. Habrá que preguntarse si no será tiempo de salir a la búsqueda de ello. Aferrados a este barco poco falta para ser parte del naufragio. 

viernes, 20 de enero de 2012

Masacre de "El Despertar", una llamada vigente a la juventud

Hoy se cumplen 33 años de la masacre de "El Despertar". Ese 19 de enero de 1979, en un centro de retiro en "El Despertar", en San Antonio Abad, fueron asesinados el Padre Octavio Ortíz Luna, y cuatro estudiantes y catequistas: Ángel Morales, David Caballero, Jorge A. Gómez y Roberto A. Orellana.

Rescato este dìa algunos fragmentos de la homilía de Monseñor Romero del 21 de enero de 1979, en que narra el testimonio de un testigo de los hechos y finalizo con algunas ideas que se vienen a mi mente al respecto en estos días.

De la homilía de Mons. Romero en la misa del P. Octavio Ortíz y los cuatro catequistas asesinados:
[...]

No puedo omitir -las noticias que se han omitido las podrán seguir escuchando en nuestros medios de comunicación social-, un hecho que nos congrega aquí, de la plenitud de la vida de nuestra Arquidiócesis: El caso sangriento y doloroso de Octavio Ortíz Luna.

Acerca de esto, la diócesis declara: que el comunicado oficial que publicaron los medios de comunicación social es mentiroso del principio al fin. Nuestros medios de comunicación social están señalando ya, una a una, todas esas calumnias que teje, en tan pocas líneas, un comunicado que debía de guardar la fe de la patria.

Gracias a Dios, contamos para reconstruir la verdad con el testimonio de muchos que sobreviven a la tragedia, llevados a la prisión de Guardia Nacional. Y gracias a Dios, entonces, que no sucedió aquí con Octavio Ortíz lo que sucedió con nuestro pobre hermano Ernesto Barrera, cuyo único testigo que hubiera podido aclararnos la verdad, fue asesinado por los mismos agentes de seguridad para dejar sin testigos aquel crimen oficial.

Este es el primer testimonio que tenemos a la mano:
"... este día, a las seis horas de la mañana, cuando me encontraba durmiendo..." Durmiendo, tengan en cuenta todos estos detalles, era una convivencia de jóvenes de iniciación cristiana, no eran hombres armados para defenderse, estaban durmiendo.

"... en el local que ocupa la casa de retiros para grupos cristianos denominada 'El Despertar'..." El que no conozca esta casa, lo invito a conocerla para que vea que no tiene el aspecto de un cuartel, ni tiene las intenciones de fomentar allí guerrilleros, sino que desde hace muchos años viene sirviendo para promover grupos de cristianos con criterios de evangelio, que naturalmente son criterios muy peligrosos en nuestro tiempo. "...propiedad del Arzobispo de San Salvador, situada en San Antonio Abad, de este departamento..."

Sigue el testigo diciendo "...se introdujeron de forma violenta muchos miembros uniformados de la Guardia y Policía Nacional, quienes ingresaron al local referido disparando sus armas. En ese acto un vehículo grande de color verde, de los que denominan tanquetas militares junto a un vehículo jeep militar entraron violentamente al centro de retiros cristianos, ubicándose en el patio central.

En este centro me encontraba -dice el testigo- dirigiendo, junto con el P. Octavio Ortíz Luna, sacerdote católico y diez jóvenes más un encuentro de iniciación cristiana para veintiocho jóvenes varones, cuyas edades oscilan entre los doce y veinte años. Que este lugar se destina para formación cristiana exclusivamente, y no se han propiciado en ese lugar otro tipo de reuniones en las que se conspire contra el Estado, como tampoco que en estas reuniones se sustenten doctrinas anárquicas contrarias al orden público.

Que en este cursillo denominado 'Encuentro de Iniciación Cristiana para jóvenes', y el cual había sido iniciado el día viernes diecinueve de los corrientes a las diecisiete horas, se utilizaron libros de cancioneros católicos, y los instrumentos que ahí se encontraban eran de tipo musical, como guitarras, no existiendo en poder de ninguno de los participantes en dicho encuentro cristiano armas de ninguna clase. Antes de ser capturado por miembros uniformados de la Policía Nacional, pude ver que exactamente enfrente de las oficinas, a la entrada de éstas y casi en la entrada principal se encontraba en el suelo, encima de un 'charco' de sangre el sacerdote Octavio Ortíz, que sangraba de la cabeza.
Los Agentes de la Policía me trasladaron juntamente con una dirigente del equipo de formación cristiana, en un radio-patrulla hacia el cuartel central de la Guardia Nacional, en donde nos interrogaron y donde manifesté todo lo dicho hasta este momento en el presente documento.
Entre los interrogatorios, había también cuestiones acerca del Obispo, si era verdad que llegaba a sembrar la subversión en aquellos centros".

Este comunicado de nuestra Arquidiócesis, al que se irán sumando otros testimonios, gracias a Dios, quiere hacer ver el contraste de la versión de la mentira del Gobierno y la realidad vivida por los testigos.
Ángel MoralesRoberto Orellana

David Alberto CaballeroJorge Alberto Gómez

Veo estas fotos. Son caras de cipotes, como las que vi unos días atrás mientras daba una charla a otros jóvenes. Pienso en los policías, en unos muy jóvenes que me pidieron mis documentos de tránsito la semana pasada. Son jovencitos encargados de dar la cara por el estado en el tema de seguridad pública. Pienso en los soldados que veo patrullando en algunas calles. Son jovencitos igual que los mismos jovencitos que encontré pintando un muro hace unos días,dejando claro que es territorio de su pandilla.

El padre Ortíz apenas tenía 35 años cuando la extinta Guardia Nacional le pasó una tanqueta sobre la cabeza. A los jóvenes los acribillaron a balazos y una vez muertos les pusieron armas en las manos - muy posiblemente las mismas con que fueron asesinados - y les tomaron fotos. Los hicieron ver como "subversivos".  Falsearon, mataron a gente inocente, hicieron lujo de barbarie.

El padre Ortíz trabajaba con jóvenes. Le gustaba. Creía en ello. En medio de la violencia de aquel entonces enseñaba que el compromiso cristiano, la reflexión, la trascendencia del búsqueda del bien común era el camino. En aquel entonces ese discurso era subversivo, como hoy se va volviendo subversivo quien propone caminos de paz y no de violencia.

Ha estado de moda en estos días hablar de la paz, dar largos y vacíos discursos por ella.  La sangre de gente como el P. Ortízy estos catequistas ha abonado el terreno para ella, pero la impunidad, la falta de justicia y castigo ejemplarizante a quienes comandaron los grupos que cometieron estas barbaries tambien ha sembrado semillas de cizaña que hoy brotan por todas partes y que llaman a guerra al menor asomo de signos de búsqueda de la reconciliación a través de pequeños signos de justicia y respeto a las víctimas.

Lo doloroso es que, pese a nuestra historia, el discurso oficial de nuestra sociedad se va volviendo el de ofrecer más violencia ante la violencia. Que permitimos y a veces hasta alabamos a quienes piden guerra, a quienes claman sangre. Y lo que falta es justamente lo contrario. Queremos soluciones inmediatas y contundentes sin pensar en el costo de las soluciones rápidas del pasado.Queremos dar libertinaje al uso de la fuerza y ejercer lo menos posible el uso de la razon. Acostumbrados a la indefensión y al engaño estamos dispuestos a sacrificar la libertad en pos de una supuesta seguridad que no existirá mientas siga estando en primer lugar intereses mezquinos antes que la vida y los derechos de las personas. Es triste.

Bien valdría revisar el testimonio del P. Ortíz, de estos jóvenes comprometidos con su fe, con una causa común y trascendente. Urge no solo que se haga justicia en su caso, pero también urge recoger su testimonio, su ejemplo y el de muchos otros jóvenes que murieron en esos tiempos que también eran peligrosos para ser joven: el ejemplo de quienes optan por un compromiso por el bien en tiempos violentos y peligrosos. El ejemplo de quienes optan por el compromiso por la paz, por la justicia, por la construcción de una comunidad en medio de una realidad dividida, por hacerse del lado de quienes honran la vida.

En el asesinato de estos jóvenes encontramos luces del peligro del ejercicio abusivo del poder. Pero encontramos también una idea que a veces hemos olvidado y que debemos retomar y promover entre los jóvenes, especialmente con nuestro ejemplo: comprometernos con la causa del bien, de promover el bien, la paz, la justicia, la hermandad, el amor, aún en tiempos de turbulencia, de división y muerte. La reflexión y la celebración de la vida, aún cuando estamos rodeados por la barbarie. Generar ese entorno necesario para cambiar este mundo.

Refuerzo esto con con unas frases más de esa homilía de Monseñor Romero, que hoy sigue teniendo tanta vigencia:


El ambiente se ha saturado de brutalidad y es necesario un retorno a la reflexión que haga sentirnos seres racionales capaces de buscar las raíces de nuestros males y realizar sin miedo los cambios audaces y urgentes que necesita nuestra sociedad.

[...]
Este es el gran mensaje de Octavio y los muertos: la figura de este mundo pasa y sólo queda la alegría de haber usado este mundo para haber impulsado allí el reino de Dios. Pasarán por la figura del mundo todos los boatos, todos los triunfos, todos los capitalismos egoístas, todos los falsos éxitos de la vida. Todo eso pasa, lo que no pasa es el amor, el haber convertido en servicio de los demás el dinero, los haberes, el servicio de la profesión, el haber tenido la dicha de compartir y de sentir hermanos a todos los hombres. En la tarde de la vida te juzgarán por el amor. A Octavio y los jóvencitos muertos con él, en eso los ha juzgado Dios el Señor: en el amor.




Víctor

jueves, 19 de enero de 2012

Maya



Los perros no son todo en nuestra vida, pero ellos la hacen completa.
(Roger Caras)

Una parte de mi va a morir hoy.  Hoy que tengo que acompañarte mientras te dejo ir del mundo, mientras te dejo ir. Tuve el privilegio de tenerte en mi vida por diez años. Diez años en que si no hubieras estado mi vida habría sido incompleta. Hoy que estoy a las puertas de decirte adiós para siempre soy un poco más consciente de que me acompaste en los años mas cruciales y que estuviste a mi lado en las noches más oscuras. Que con tu partida quizá cierro un capítulo de mi historia. Una historia que no sería igual si no hubieras estado ahí. 


Siempre deseé que estuvieras en mi vida. Ojala se pudiera para siempre. Ojalá no tuviera que ser yo quien decide que te vayás. Pero no quiero verte sufrir. No soporto verte a vos, tan fuerte siempre, tan amorosa, tan dulce siempre con una angustia de muerte recorriéndote las venas. Perdoname que tenga que decirle al doctor que te duerma. No tengás miedo, que ahi voy a estar para que no te vayás sola. 

Quisiera decirte tanto, pero no van a alcanzarme palabras. Igual y vos siempre has estado más allá de ellas. Siempre has entendido más de mi sin escucharme nada. Es lo más duro decirte adiós. Pero debo dejarte ir. Te amo. Esperame a las puertas del cielo.


Víctor