viernes, 20 de enero de 2012

Masacre de "El Despertar", una llamada vigente a la juventud

Hoy se cumplen 33 años de la masacre de "El Despertar". Ese 19 de enero de 1979, en un centro de retiro en "El Despertar", en San Antonio Abad, fueron asesinados el Padre Octavio Ortíz Luna, y cuatro estudiantes y catequistas: Ángel Morales, David Caballero, Jorge A. Gómez y Roberto A. Orellana.

Rescato este dìa algunos fragmentos de la homilía de Monseñor Romero del 21 de enero de 1979, en que narra el testimonio de un testigo de los hechos y finalizo con algunas ideas que se vienen a mi mente al respecto en estos días.

De la homilía de Mons. Romero en la misa del P. Octavio Ortíz y los cuatro catequistas asesinados:
[...]

No puedo omitir -las noticias que se han omitido las podrán seguir escuchando en nuestros medios de comunicación social-, un hecho que nos congrega aquí, de la plenitud de la vida de nuestra Arquidiócesis: El caso sangriento y doloroso de Octavio Ortíz Luna.

Acerca de esto, la diócesis declara: que el comunicado oficial que publicaron los medios de comunicación social es mentiroso del principio al fin. Nuestros medios de comunicación social están señalando ya, una a una, todas esas calumnias que teje, en tan pocas líneas, un comunicado que debía de guardar la fe de la patria.

Gracias a Dios, contamos para reconstruir la verdad con el testimonio de muchos que sobreviven a la tragedia, llevados a la prisión de Guardia Nacional. Y gracias a Dios, entonces, que no sucedió aquí con Octavio Ortíz lo que sucedió con nuestro pobre hermano Ernesto Barrera, cuyo único testigo que hubiera podido aclararnos la verdad, fue asesinado por los mismos agentes de seguridad para dejar sin testigos aquel crimen oficial.

Este es el primer testimonio que tenemos a la mano:
"... este día, a las seis horas de la mañana, cuando me encontraba durmiendo..." Durmiendo, tengan en cuenta todos estos detalles, era una convivencia de jóvenes de iniciación cristiana, no eran hombres armados para defenderse, estaban durmiendo.

"... en el local que ocupa la casa de retiros para grupos cristianos denominada 'El Despertar'..." El que no conozca esta casa, lo invito a conocerla para que vea que no tiene el aspecto de un cuartel, ni tiene las intenciones de fomentar allí guerrilleros, sino que desde hace muchos años viene sirviendo para promover grupos de cristianos con criterios de evangelio, que naturalmente son criterios muy peligrosos en nuestro tiempo. "...propiedad del Arzobispo de San Salvador, situada en San Antonio Abad, de este departamento..."

Sigue el testigo diciendo "...se introdujeron de forma violenta muchos miembros uniformados de la Guardia y Policía Nacional, quienes ingresaron al local referido disparando sus armas. En ese acto un vehículo grande de color verde, de los que denominan tanquetas militares junto a un vehículo jeep militar entraron violentamente al centro de retiros cristianos, ubicándose en el patio central.

En este centro me encontraba -dice el testigo- dirigiendo, junto con el P. Octavio Ortíz Luna, sacerdote católico y diez jóvenes más un encuentro de iniciación cristiana para veintiocho jóvenes varones, cuyas edades oscilan entre los doce y veinte años. Que este lugar se destina para formación cristiana exclusivamente, y no se han propiciado en ese lugar otro tipo de reuniones en las que se conspire contra el Estado, como tampoco que en estas reuniones se sustenten doctrinas anárquicas contrarias al orden público.

Que en este cursillo denominado 'Encuentro de Iniciación Cristiana para jóvenes', y el cual había sido iniciado el día viernes diecinueve de los corrientes a las diecisiete horas, se utilizaron libros de cancioneros católicos, y los instrumentos que ahí se encontraban eran de tipo musical, como guitarras, no existiendo en poder de ninguno de los participantes en dicho encuentro cristiano armas de ninguna clase. Antes de ser capturado por miembros uniformados de la Policía Nacional, pude ver que exactamente enfrente de las oficinas, a la entrada de éstas y casi en la entrada principal se encontraba en el suelo, encima de un 'charco' de sangre el sacerdote Octavio Ortíz, que sangraba de la cabeza.
Los Agentes de la Policía me trasladaron juntamente con una dirigente del equipo de formación cristiana, en un radio-patrulla hacia el cuartel central de la Guardia Nacional, en donde nos interrogaron y donde manifesté todo lo dicho hasta este momento en el presente documento.
Entre los interrogatorios, había también cuestiones acerca del Obispo, si era verdad que llegaba a sembrar la subversión en aquellos centros".

Este comunicado de nuestra Arquidiócesis, al que se irán sumando otros testimonios, gracias a Dios, quiere hacer ver el contraste de la versión de la mentira del Gobierno y la realidad vivida por los testigos.
Ángel MoralesRoberto Orellana

David Alberto CaballeroJorge Alberto Gómez

Veo estas fotos. Son caras de cipotes, como las que vi unos días atrás mientras daba una charla a otros jóvenes. Pienso en los policías, en unos muy jóvenes que me pidieron mis documentos de tránsito la semana pasada. Son jovencitos encargados de dar la cara por el estado en el tema de seguridad pública. Pienso en los soldados que veo patrullando en algunas calles. Son jovencitos igual que los mismos jovencitos que encontré pintando un muro hace unos días,dejando claro que es territorio de su pandilla.

El padre Ortíz apenas tenía 35 años cuando la extinta Guardia Nacional le pasó una tanqueta sobre la cabeza. A los jóvenes los acribillaron a balazos y una vez muertos les pusieron armas en las manos - muy posiblemente las mismas con que fueron asesinados - y les tomaron fotos. Los hicieron ver como "subversivos".  Falsearon, mataron a gente inocente, hicieron lujo de barbarie.

El padre Ortíz trabajaba con jóvenes. Le gustaba. Creía en ello. En medio de la violencia de aquel entonces enseñaba que el compromiso cristiano, la reflexión, la trascendencia del búsqueda del bien común era el camino. En aquel entonces ese discurso era subversivo, como hoy se va volviendo subversivo quien propone caminos de paz y no de violencia.

Ha estado de moda en estos días hablar de la paz, dar largos y vacíos discursos por ella.  La sangre de gente como el P. Ortízy estos catequistas ha abonado el terreno para ella, pero la impunidad, la falta de justicia y castigo ejemplarizante a quienes comandaron los grupos que cometieron estas barbaries tambien ha sembrado semillas de cizaña que hoy brotan por todas partes y que llaman a guerra al menor asomo de signos de búsqueda de la reconciliación a través de pequeños signos de justicia y respeto a las víctimas.

Lo doloroso es que, pese a nuestra historia, el discurso oficial de nuestra sociedad se va volviendo el de ofrecer más violencia ante la violencia. Que permitimos y a veces hasta alabamos a quienes piden guerra, a quienes claman sangre. Y lo que falta es justamente lo contrario. Queremos soluciones inmediatas y contundentes sin pensar en el costo de las soluciones rápidas del pasado.Queremos dar libertinaje al uso de la fuerza y ejercer lo menos posible el uso de la razon. Acostumbrados a la indefensión y al engaño estamos dispuestos a sacrificar la libertad en pos de una supuesta seguridad que no existirá mientas siga estando en primer lugar intereses mezquinos antes que la vida y los derechos de las personas. Es triste.

Bien valdría revisar el testimonio del P. Ortíz, de estos jóvenes comprometidos con su fe, con una causa común y trascendente. Urge no solo que se haga justicia en su caso, pero también urge recoger su testimonio, su ejemplo y el de muchos otros jóvenes que murieron en esos tiempos que también eran peligrosos para ser joven: el ejemplo de quienes optan por un compromiso por el bien en tiempos violentos y peligrosos. El ejemplo de quienes optan por el compromiso por la paz, por la justicia, por la construcción de una comunidad en medio de una realidad dividida, por hacerse del lado de quienes honran la vida.

En el asesinato de estos jóvenes encontramos luces del peligro del ejercicio abusivo del poder. Pero encontramos también una idea que a veces hemos olvidado y que debemos retomar y promover entre los jóvenes, especialmente con nuestro ejemplo: comprometernos con la causa del bien, de promover el bien, la paz, la justicia, la hermandad, el amor, aún en tiempos de turbulencia, de división y muerte. La reflexión y la celebración de la vida, aún cuando estamos rodeados por la barbarie. Generar ese entorno necesario para cambiar este mundo.

Refuerzo esto con con unas frases más de esa homilía de Monseñor Romero, que hoy sigue teniendo tanta vigencia:


El ambiente se ha saturado de brutalidad y es necesario un retorno a la reflexión que haga sentirnos seres racionales capaces de buscar las raíces de nuestros males y realizar sin miedo los cambios audaces y urgentes que necesita nuestra sociedad.

[...]
Este es el gran mensaje de Octavio y los muertos: la figura de este mundo pasa y sólo queda la alegría de haber usado este mundo para haber impulsado allí el reino de Dios. Pasarán por la figura del mundo todos los boatos, todos los triunfos, todos los capitalismos egoístas, todos los falsos éxitos de la vida. Todo eso pasa, lo que no pasa es el amor, el haber convertido en servicio de los demás el dinero, los haberes, el servicio de la profesión, el haber tenido la dicha de compartir y de sentir hermanos a todos los hombres. En la tarde de la vida te juzgarán por el amor. A Octavio y los jóvencitos muertos con él, en eso los ha juzgado Dios el Señor: en el amor.




Víctor

1 comentario:

Anónimo dijo...

es dificil no recordar las atrocidades cometidas por los disque cuerpos de seguridad en esos tiempos. la forma en que trataban al pueblo era despiadada y sin remordimiento