domingo, 3 de julio de 2011

Vuelvo

He querido dar un tiempo, no anticipar palabras que después pudiera tragarme. He querido guardar silencio por un tiempo mientras pienso mi puesto en medio de toda la vorágine de sucesos que dan idea del estado de las cosas, del estado de esta sociedad cada vez más vertiginosamente incierta.

Debo reconocer que ante la sucesión de escupitajos a la dignidad de esto que llamamos patria es difícil tragarse cada frase que quisiera gritar junto a miles de otros compatriotas que urgidos por la desesperación por la cecepción y la dfesesperanza, han salido incluso a las calles para decir al menos algo frente a tal avalancha de sucesos que dejan en evidencia - si es posible dejar aún más en evidencia - lo podrido de nuestro espectro político, la calaña de individuos que pueblan las cúpulas de las instituciones que se supone deberían representarnos y velar por nuestro bienestar.

He de decir que esto es lo que hay. hay que decirlo, esto es lo que hemos dejado que crezca y crezca ante nuestros ojos mientras nos debatimos frente a la tele si tal o cual es el menos mediocre de los mediocres cantantes que suelen presentarnos en los refritos de programas que acostumbramos ver noche a noche.

Mientras, en CAPRES se decide junto a los dueños de las empresas cual es la tarifa "justa" con que habrán de lucrarse, mientras, en la asamblea se discute qué modelo nuevo de camioneta de lujo habrán de estrenar el año que viene, mientras, en el organismo de control de cuenta del estado dan finiquitos como quien pide un dólar de pan.

Esto ha ocurrido ante nuestros ojos. Y más. A diario escuchamos y vemos a la misma retahila de individuos saltar de programa en programa, advirtiéndonos de sus intenciones demostrándonos de qué van, cual es la catadura moral y las capacidades con que osan detentar cargos del más alto nivel. Esa es la jerarquía que decide, la que dejamos que nos represente. A la que dejamos seguir hablando impunemente de los resultados de sus componendas, a los que dejamos ir libremente por la calle sin decirles ni pío.

Esos han crecido y vienen sintiéndose libres para quitarle la palabra Partido a sus grupúsculos de hienas para reinscribirse en la pachanga electoral, para ser readmitidos a ese circo y seguir asintiendo la cabeza a quienes les den más dinero y privilegios para mover el estado a su conveniencia. Así las cosas.

Hay muchas preguntas. Una que me ronda esta noche es qué haremos hoy, antes de buscar la respuesta que nos tendremos que dar los unos a los otros si nuevamente se salen con la suya, si les dejaremos que vayan impunes a entonar himnos y a cantar victorias que no les pertenecen en en las plazas.