lunes, 29 de octubre de 2012

Quijano, el reordenamiento y la gestión de conflictos.


Pintando al país como una salvaje danza macabra llena de ultraviolencia que se va hundiendo en la mayor hecatombe financiera del mundo mundial,  el actual alcalde capitalino y candidato a presidente por ARENA ha andado por España y otras tierras tirando del repertorio más tradicional de la ultraderecha salvadoreña (incluso haciendo un guiño al petate del muerto de la amenaza comunista), desflorando los ejes de su mensaje de campaña en medios internacionales (1 y 2) mientras, en el país, ejerce su particular manera de gobernar la ciudad  - con espectacular  y prolongado despliegue mediático incluido - desalojando  varias calles del centro de la capital de ventas informales. 

Debido a que su actuar como alcalde es su plataforma de cara a las presidenciales, hemos de entender que su actuar en este cargo es lo que habremos de esperar en él como presidente. Así, procedo a leer este nuevo capítulo de sus acciones de reordenamiento del centro de la capital como una muestra en pequeño de lo que veremos en él en caso de llegar a ser el gobernante de nuestro país. 

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El reordenamiento, entendido como ha sido y ejecutado como ha sido deviene en nuevas maneras de comercio informal, reacomodamiento de las mafias de vendedores y traficantes, desplazamiento de estos a nuevos territorios, y lo peor, una tensión creciente en la relación de los vendedores informales y su entorno. Visto lo visto hasta hoy en el centro, y ya con algunas intentonas de reordenamiento con más o menos diálogo cosmético de por medio, podemos esperar que el desorden sólo se transformará una vez más. Mientras, el circo mediático habrá dado cuenta del efecto inicial de la audacia del político y escasamente pondrá atención a sus consecuencias en el futuro. 
De formas a formas de resolver el conflicto

El peor ejemplo de cómo gestionar un conflicto social como el de las ventas informales y su secuestro de las vías públicas es justamente el que nos ha traído en una ocasión más el actual alcalde. El reordenamiento del centro histórico se ha vuelto un asunto de batallas campales, poner barriles a diestra y sinestra para ocupar el territorio conquistado y copar de agentes del cuerpo de agentes metropolitanos cada cuadra "recuperada" para disuadir al "enemigo". 

Gobernar nuestro país, como hemos venido viendo en este período tiene mucho de ser un buen apagafuegos; estando así de tetelque nuestra institucionalidad. Cómo se gestionan los conflictos sociales es un tema clave en esta sociedad, tan agitada como viene estando desde siempre. De nada valen la grandilocuencia del discurso y la espectacularidad de las obras planificadas si no se resuelve organizada y constructivamente los conflictos asociados a las mismas. Ahí tenemos el tema de los buses, de la violencia social, de las pandillas, la reforma fiscal, etc. Temas gruesos y complejos que no se pueden resolver fácilmente imponiendo la respuesta que creo más acertada.

La creciente tensión generada con este desalojo, y la búsqueda de una solución efectista en el corto plazo sin prever las consecuencias en el mediano y largo plazo, dan cuenta de las características del actual alcalde en su capacidad de gestionar los conflictos sociales que supone su trabajo, dándonos así una muestra de su talante de estadista: en temas de recorrido difícil como este de las ventas o el de los buseros, lejos de recurrir a la negociación, el uso de la fuerza será el camino válido para imponer su posición. Si bien esta manera de resolver puede parecer efectiva e incluso normal (o hasta buena) ante los ojos de una población tristemente acostumbrada a la imposición por la fuerza o el engaño, sus consecuencias más funestas están a verse en el mediano a largo plazo. 

El reino del barril
Lo grave es cómo estas acciones calan en la mentalidad colectiva, tendiente a aceptar y a justificar el autoritarismo y a tolerar la pedantería de quien tiene el poder. Se tienen como males menores cuando en el fondo son temas vitales pues desde esas posturas se van construyendo las maneras de relacionarnos en ese espacio público y  en lo privado. La rueda autoritaria da un giro más, el desorden se mantiene y siguen calando en la poblaciones los mesías de turno, basados en la emocionalidad y la espectacularidad de un mensaje vacío y acciones que no solo destruyen hoy si no también mañana y pasado mañana. 

Valga para pensarlo un poco más, compatriotas.

Víctor

jueves, 4 de octubre de 2012

Canto de grillo


En San Salvador, invadido hoy por hoy por los voraces geckos, ya no suenan los grillos. O suenan en muy pocas partes de la ciudad. Se me ha hecho más evidente mientras estoy acá en La Palma, e una actividad del trabajo. No escucho geckos, si no grillos. Estos pequeños reptiles no solo han acabado por desplazar a nuestras lagartijas comunes, si no además han acabado con los grillos y arañas. En las noches citadinas, aparte de perros, gatos, carros acelerados, y sirenas de policías, solo suena de cuando en cuando esa especie de sonoro y agudo beso de la llamada del gecko. Cómo llegaron a nuestro país, como muchas cosas que pasan, no se saben. Pero si, seguramente ha sido porque en alguna parte alguien tuvo la brillante idea de traerse esa especie a algún cultivo de estos que hemos metido en nuestras tierras destruyendo selvas y comunidades sin control, y que al ser de fuera son susceptibles a insectos y plagas propias de nuestras tierras. Tarde o temprano, esta adaptable especie, sin sus depredadores naturales y sin una competencia tan fuerte, ha ido creciendo rápido, desplazando a nuestra fauna original.  

Mientras oigo a los grillos, pienso en algo de lo que me tocó hablar esta mañana. Hablaba de nuestra responsabilidad, de lo que nos corresponde ser al menos conscientes: de como nos afectamos a otros con tanta facilidad. Ninguna persona es una isla, decía Merton en uno de sus escritos más famosos. Cada uno somos un nodo donde se concentran muchas relaciones, vinculamos a muchas personas a nosotros - aunque a veces creamos que esto no es cierto por nuestra hurañez -.

Lo que nos afecta a uno tarde o temprano afecta a los demás porque estamos unidos por lazos de los que no siempre somos conscientes, de los que no siempre nos hacemos responsables. Sometidos por la cotidianidad de este mundo que vamos construyendo con muros cada vez más altos, olvidamos que formamos parte de esa gran comunidad de comunidades llamada humanidad y que cada vez que hacemos algo a alguien lo hacemos también a quienes les importa esta persona, a quienes tienen contacto con esta persona.

¿Qué hacemos con este detalle tan pequeño pero tan grande? Es tan delicado, tan sencillo generar un cambio en el mundo que nos rodea, tan fácil perjudicar o favorecer, tan frágil el equilibrio de todas estas redes y tanto nuestro poder. La pregunta es ¿cómo y para qué lo usamos? Es necesario preguntar, volver sobre nuestros pasos y seer conscientes de la huella, del efecto de nuestras acciones y nuestras omisiones, de nuestras palabras y silencios. Estando tan vinculados como estamos - y más aún con tantas nuevas formas de vincularnos aún en la distancia - es imposible no generar un efecto en alguien más en esta era de hiperconectividad y de la inconsciencia.

Hoy pensaba en esto. Quise dejar constancia de mi reflexión. De mi vuelta a esta consciencia.

Que cese el canto de los grillos parece ser algo tan nimio, tan insignificante, pero que nos dice tanto sobre nuestro ir por el mundo destruyendo tanto con nuestros descuidados pasos. Ojalá cambiemos un poco, y poco a poco ir cambiando todo. Ojalá este canto de grillo ayude a hacer pensar al menos un segundo un poco. Y ojalá vayamos cantando todos, de apoquitos, hasta inundar de sonido la negra noche que parece que nos vamos echándonos encima.

Víctor

lunes, 1 de octubre de 2012

A propósito del día del niño y la niña

La fecha se presta para muchas cosas. Para recordar cuando fuimos niños y para celebrar a los peques que tenemos cerca, principalmente. He visto de todo en las redes sociales: fotos de perfil recordando cómo se fue alguna vez, fotos de niños haciendo cualquier cantidad de cosas.

Los diarios recuerdan hoy - con ediciones o reportajes especiales - realidades que deberían traernos por los pelos: niños enfermos, niños víctimas, niños sufriendo cualquier cantidad de síntomas de esta sociedad enferma e incapaz de curarse a sí misma al menos en su punto más débil: en su infancia, en lo que en unos años - y ahora que pasan tan vertiginosos - serán el ahora de un país muy joven, muy perennemente imberbe.

Ayer reflexionaba en voz alta sobre el perfil de la columna de la Ana en LPG. Decía yo que me daba cosa su radicación en México. Pensaba en Ligia, en Carlos, en tantos amigos y amigas que se fueron a otros lados a crecer y a dejar por allá el fruto de su esfuerzo. Da cosa pensar que gente joven y cachimbona - que no hace muchos años eran celebrados en sus colegios en esta fecha - sigan encontrando fuera lo que no encuentran acá: un espacio donde desarrollarse y dar frutos. Un espacio donde no se sienta tanta incertidumbre, donde no haya que sentir que en cualquier momento tendrán que salir huyendo (a propósito de esto, vean el reportaje de hoy en El Faro), donde se sabe que en cualquier momento se es víctima de toda clase de violencias.

Retomando lo que Hunnapuh señalaba hace poco, el contexto actual revela - si es que no nos era evidente - la grave situación de violencia no relacionada al tema de las pandillas. Más grave aún que este conflicto, es la dinámica social que se gesta a su sombra: la desconfianza, la nueva ruptura de los lazos que apenas se lograron formar después de la guerra, la violencia como el fenómeno que subraya las formas de relacionarnos en todos los niveles de nuestra interacción cotidiana. Este es el marco donde crecen esos seres a quienes hoy celebramos y decimos que nos llenan de luz y alegría, de esperanza y amor. Ese es el mundo en que les hacemos crecer, torciendo sus chances de ser plenamente felices, de encontrar su camino en la vida.

Mucho hay que hacer. Tomar consciencia de su papel en esta situación es un buen primer paso: véase a los ojos de un niño cuando se comporta como se comporta en cualquier ámbito. En lugar de hablar paja este día, piense si su comportamiento es el ejemplo que quiere dejar en las generaciones que vienen después de nosotros. Piense si este es el medio ambiente que quiere heredar, si este aire este clima, este tráfico y esta incertidumbre de si existe un futuro viable es lo que queremos para ellos y ellas. Y no se quede solo en pensar y sentirse pura babosada. Actúe. Elija ser mejor que su versión actual de sí mismo. recuerde lo que quería hacer cuando niño, cuando niña. Actúe en consecuencia con lo que una vez quiso ser.

Víctor