miércoles, 11 de mayo de 2016

10 años del blog

 Pasaron 10 años desde que se inició este blog. 10 años y cinco días, para ser más exacto. En buena parte, la necesidad de expresarme, de sacar de mi algunas ideas que revoloteaban en mi cabeza entonces me llevaron a ocupar este medio, tan enboga en ese tan aparentemente lejano entonces.

Una de las semillas con que inició el blog fue fruto de mi propio proceso de crecimiento personal en un proceso terapéutico que abordé entonces. Escribía ese 6 de mayo de 2006, a las 11:30 de la noche:

"He decidido al fin iniciar mi blog como un modo de mantenerme alejado de los malos pensamientos. Es decir, si estos están a treinta centímetros de mi cabeza, deben ser menos peligrosos que tenerlos medio kilogramo adentro. Ojalá y mis amables lectores tengan paciencia para conmigo en este proceso de mostrar el convertimiento en persona."

Días atrás platicaba en diferentes momentos sobre la riqueza de ese proceso terapéutico, en una ocasión recomendándole a alguien que si podía, se diera la oportunidad de vivir esa experiencia; en otra, hablaba sobre cómo cosas que había abordado en medio del proceso se habían venido a concretar años después, las había enfrentado ya en la realidad muchos años más tarde y no en medio de la seguridad de eso a lo que llamo relación de puerto que se da en el ámbito de la psicoterapia: estás vos, navegante y buzo, y el terapeuta como puerto, boya y faro, ayudándote en el proceso de entrar en la profundidad de tu experiencia vital, de tus tormentas, de tus profundidades. Estás navegando con la única certeza de tu deseo y ese apoyo seguro en medio del océano de vos mismo.

En mi caso, la terapia ofrecía la oportunidad de abordar temas fuertes de mi propia experiencia, de entonces y del pasado, de cosas que habrían de venir y pasaron. El blog fue entonces una manera de ir amarrando tantas otras. ¿Cuantas veces quedaron ideas como borrador,  como cosas que no ponía acá pero se iban al sillón donde semana a semana me veía con mi terapeuta? ¿Cuántas veces tras contar un episodio como el de volver a mi comunidad de la iglesia, encerraba toda una historia de mi relación con otras cosas de mi fe? ¿Cuántas veces tras unos versos o un cuento se iban cientos de otros que pudiera haber puesto? ¿Cuántas veces, tras un post sobre "realidad nacional" me quedé con cosas que me carcomían pero que iba aprendiendo a no soltar en el blog?

En algún momento caí en cuenta que lo mejor era apartar las vertientes que iban manifestándose en el blog y pasé a escribir lo personal, lo literario en otro espacio, Un Tal Self. Acá quedó para hablar de lo que iba pasando en el país. esa es la otra semilla: querer decir lo que pienso, querer aportar desde lo que tengo, mi palabra. Nunca he sabido de dónde o cómo surgió esa gana de decir algo sobre lo que pasaba. Nunca he sabido cómo es que me surge el interés por lo que pasaba en el país o cómo va creciendo en mí alguna suerte de conciencia política. En los ámbitos donde crecí no era un tema habitual y en casa, el sujeto más politizado - mi papá - tampoco pasaba tanto tiempo hablando de eso con nosotros, al menos cuando estuve pequeño. Como fuere, aparece y está ahí.

Finalmente está la otra semilla: lo literario. Desde mis primeros poemas (que alguna vez compartí acá una digitalización de unos versos que escribí a mi papá en una carta), mis edulcoradísimos escritos de la adolescencia hasta mis ideas que ahora se traspapelan en mi mente bajo las siempre urgentes responsabilidades, siempre hubo en mi ese afán, ese amor por la palabra, por decirlas, por enlazarlas, por hacerlas historias, versos. El afán de expresarme estuvo ahí y sigue estando.

El tiempo ha cambiado en diez años. Hoy este texto no sería leído por alguien como Julia, quien en su adolescencia leyó alguno de mis post y se sintió identificada con cosas que yo decía o aquel joven a quien escribí dos posts sobre cómo elegí ser psicólogo siendo fiel a mí mismo. Este texto, para estos tiempos, es demasiado.

Hoy va de fotos con, a lo mucho, dos líneas. De videos de 10 a 30 segundos. De tener más likes, favs y retweets. En su momento, yo mismo he sido un early adopter de muchas de esas plataformas para conectarnos con más gente que nunca y aligerar lo más posible el contenido. En diez años de vida online he visto volverse un monstruo de influencia a facebook y twitter, a que el almacenamiento ilimitado hoy sea algo que damos por hecho en servicios "gratuitos", a que el contenido de estos espacios debe pensarse hoy en función de cómo se leerá en un teléfono y a que la iniciativa de conocerse con otra gente que publicaba cosas en línea hoy ya no es algo que deba hacerse en secreto y con gigantescas suspicacias entre todo el mundo.

Yo mismo he cambiado en diez años. Pasé de ser estudiante con dudas sobre su futuro a un trabajador que ha tenido el privilegio de atravesarse en algunos de los temás más cruciales de este país en su quehacer profesional. A haber visto cómo se ha avanzado mucho y cómo se ha caído mucho en tan poco tiempo en la patria. He pasado a vivir con la eterna y acuciante pregunta de cómo construir juntos esperanza y futuro.

El ejercicio de poner mis ideas acá me ha servido cientos de veces. El ejercicio de concretar acá algunos de mis procesos personales me ha sido terriblemente útil y quizá hasta haya salvado mi vida de ir por otros rumbos. Es lindo pensar en la gente maravillosa que he conocido por este rumbo, gente que he visto crecer y me han visto crecer en este tiempo. Es lindo ver cómo acá he venido casi 400 veces a escribir algo, a decir algo a pesar de las eternas dudas de quién leerá.

Hoy mismo, después de estar sin escribir acá por casi un año, es bueno volver y robarme tiempo para escribir estos párrafos. No tengo tanto tiempo como antes, pero la gana de decir tres o cuatro carambadas apra que no se queden medio kilogramo adentro de mis conexiones neuronales sigue siendo válido y necesario. Y es grande estar vivo para poder hacer esto.

Víctor