lunes, 6 de julio de 2009

Honduras: Un motivo para la vida en la hora de la muerte...

MASA
Al fin de la batalla,
y muerto ya el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: "No mueras, te amo tanto!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Se le acercaron dos y repitiéronle:
"No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando: "¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común: "¡Quédate, hermano!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Entonces, todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vió el cadáver triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar...

César Vallejo
España, aparta de mí este cáliz [1937]


APTOPIX Honduras Coup

Hay unas imágenes de televisión grabadas por los periodistas Francho Barón y Arturo Lezcano que son sobrecogedoras. Un hombre porta el cuerpo inerte de Isis durante largo rato, ayudado por otros hombres, que buscan desesperadamente una ambulancia. En medio de la confusión, ese hombre vestido con una camiseta amarilla que se va tiñendo de rojo a cada paso sólo desea que Isis todavía respire, que no muera.

El día del fasismo 169

Cuando por fin logra dejarlo en la cajuela de una camioneta que lo llevará al hospital, el hombre se vuelve hacia la cámara y derrama todo su dolor, toda su rabia: "La gente venía hacia atrás, porque ya estaban disparando. Y un militar, un antipatriota, un gorila maldito se cuadró y le disparó al amigo. Le pegó en la cabeza el balazo. Aún va respirando. Tenemos esperanza. Yo quiero que viva". Pero no vivió. Isis ya se había convertido en el primer muerto del golpe de Estado preparado por el general Romeo Vásquez, el jefe del Ejército de Honduras, y consumado por Roberto Micheletti.

Pablo Ordaz, en diario El País

Rotulos alrededor de la sangre de la victima

Siquiera fuera cierta para Isis Obed Murillo la historia del poema de Vallejo. No es así. No podemos nada contra la muerte pero si podemos contra quienes la apuran, contra quienes la anteponen a la vida. Podemos contra quienes amparados en la temporalidad del poder de un uniforme verde olivo creen poder despachar a su placer a cuantos se opongan a sus ambiciones. Podemos contra quienes usan a los del uniforme para mantenerse en situaciones que les deparan grandes beneficios a ellos y a sus allegados. Podemos contra quienes con su silencio o sus declaraciones se hacen cómplices de la barbarie de los poderes terrenales. Podemos contra todos ellos, sin caer en la trampa de enarbolar el mismo hierro y plomo con que ellos han desangrado a Isis Obed y al resto de pueblos que han alzado su voz en contra de los gorilas y sus domadores de circo. Es posible, ganar esa lucha, construir otro mundo es posible.

Victor