martes, 25 de julio de 2006

Locus de Control, transparencia y otras gracias

47 diputados de 85

51 alcaldes de 262

77 ex- alcaldes de 262

2,150 funcionarios públicos de 6,105


Las cifras que recojo, son de los funcionarios que debieron declarar su patrimonio ante la Sección de Probidad de la CSJ, al inicio o al final de sus períodos de trabajo como servidores públicos. La noticia aparece en la edición de hoy de La Prensa Gráfica, en la que se señala que:

"Los diputados y los integrantes de los concejos municipales siguen siendo el peor ejemplo de incumplimiento de la Ley de Enriquecimiento Ilícito de Funcionarios y Empleados Públicos."

Bien, digamos que se les olvidó, o que se les perdieron papeles o como buenos y ejemplares salvadoreños (que tienen que serlo, para ser funcionarios) dejaron todo para última hora.

Dirá alguien "bueno y que importa, si de todos modos si han robado nadie les va a decir nada." Y he ahí el error, porque nosotros como ciudadanos pedestres si podemos decir algo, y es hacer saber, a través del voto (porque acá no funciona eso que hacen los gringos de: "escríbale una carta a su senador") que aquellos partidos políticos cuyos funcionarios no rindieron cuentas cabales, no tendrán apoyo electoral. Pero ésa es sólo una idea que se me vino por aquello de que debe buscarse la crítica y la proposición. Onda mía, ahí vean si les sirve.

La cosa es que la opinión pública, la presión social (ésa misma que lleva a unos a hacerse mareros, a otros sacerdotes, a otros médicos y a otros muy puritanos o bebedores) puede ejercer en los funcionarios esa cosquillita de que tienen que hacerlo. Porque si no repetan una ley que hasta impone multas económicas ¿qué podrá detenerlos?. No es que la ley sea un instrumento respetado en el país, por eso nos quejamos tanto de la impunidad, ¿no?.

El tema, a mi juicio, da para más porque dice mi mamá y mi abuela y la sabiduría popular que las mañas empiezan en la casa. Y allí es donde se urden los inicios de ésta incapacidad de rendir cuentas, y de rendirlas a tiempo.

Es medio endémica la irresponsabilidad, la falta de transparencia en nuestros actos (sería un buen tema de investigación para algún científico social desocupado que ande por ahí). Desde pequeños aprendimos a través del ejemplo de nuestros padres a poner la responsabilidad de los actos en los demás. Se favorece que tengamos algo que en psicología se le conoce como "locus de control externo"; locus de control es, básicamente, un rasgo de personalidad por el que las personas perciben la causa del control de sus conductas de manera internas o externas a ellas. Una persona en la que predomina el locus de control externo se caracteriza, entre otras cosas por percibir que las consecuencias de la conducta son resultado del destino, la suerte o el poder de otros, así, el LC externo es la percepción de que los eventos no se relacionan con la propia conducta y que por ende no pueden ser controlados.

Un locus de control externo muy fuerte es característica innegable del fatalismo, factor clave para entender la pasividad de la población ante lo que ocurre en su país. Éste se refuerza culturalmente y a través de entidades externas que ayudan a configurar la ideología de la persona; se me ocurre particularmente el ejemplo de las iglesias, que en muchos casos (especialmente en las sectas evangélicas, pentecostales, adventistas y bautistas) señalan a Dios como el único artífice del sino de las personas, excluyéndolas a éstas de la responsabilidad de lo que viven y, por tanto, llevándolas a vivir de manera pasiva su realidad.

Señalado ésto, cabe señalar que éste mecanismo - el locus de control externo - deriva en la incapacidad o la renuencia de la persona de hacerse cargo de sus acciones y en la evitación de todo aquello que remita a rendir cuenta de las acciones. En éste sentido, es preciso reflexionar acerca de nosotros mismos, y sobre a quien atribuimos las consecuencias de nuestros actos. Por ejemplo, reconocemos nuestra cuota de culpa en las discusiones que terminan siendo peleas con nuestra pareja, o por el contrario, buscamos más razones por la que el/ella tienen la culpa?. O cuando algo nos sale bien en el trabajo, pensamos que fue chiripa o el fruto de nuestro esfuerzo. Es cierto que en ocasiones no tenemos mucho que ver cuando ocurren ciertas cosas, sobre todo si éstas tienen caracter grupal (por ejemplo, que ARENA esté en el gobierno), porque en el grupo se dluye la culpa, sin embargo hay que buscar siempre que podemos hacer para que eso no ocurra de nuevo, y ésto nos lleva a aceptar nuestra responsabilidad.

En el caso de rendir cuentas, no es nuevo que los políticos usen artimañas para no hacerlo o para que no sea público el resultado de esa rendición de cuentas. Hasta el momento no existe una cultura de exigir cuentas claras. Pero ya es hora de irlo fomentando.

Un buen paso es comenzar por nosotros, buscando nuestra responsabilidad en lo que ocurre en nuestras vidas; viendo la viga en nuestros ojos como dice la Biblia. Otra cosa interesante de hacer sería hacer rendición de cuentas a nuestras familias, a nuestras parejas; especialmente si éstas casado/casada con aquello del dinero, si buscás una ventaja en ello, eso construye confianza.

Como sociedad, procurar que se rindan cuentas, exigir transparencia en la gestión pública; porque ése dinero que se descuenta del salario en concepto de impuestos tiene que verse reflejado en obras para el bien común, porque vos estás inviritiendo ése dinero para ello, aunque no lo pensaras de ése modo. Que los funcionarios rindan cuentas es su deber, al fin y al cabo su función es administrar los bienes del pueblo en pro del bienestar de éste mismo; exigir la rendiciónde cuentas claras es nuestro derecho y a la vez una exigencia para construir esa sociedad que añoramos.

Piénsenlo. Talvéz ayuda.

Gur bai.


P.D.: Estoy tratando de asimilar algo que me ha desbordado y que tiene que ver con Vero, de quien ustedes han visto o pueden ver en posts anteriores que es alguien crucial en mi presente. Éste post es, de algún modo, un intento de retomar un poco la normalidad, pero es muy difícil. Sólo me resta decirles gracias por sus comentarios de apoyo y por estar ahí cuando necesito hablar, créanme que me ayudan mucho en un momento difícil e inesperado de mi vida. Les estoy muy agradecido, ojalá pueda retribuírselos de alguna manera, si no confío en que Dios les bendecirá por ello.

Ya les contaré luego.

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