lunes, 29 de junio de 2009

Lecciones desde el golpe de estado en Honduras

Primero que nada quiero plantear mi total repudio al golpe de estado ejecutado la madrugada de el domingo 28 de Junio en la hermana república de Honduras. Con estas líneas vaya todo mi apoyo para las hermanas y hermanos hondureños que mal la están pasando en estos momentos. Es lamentable que en pleno siglo XXI haya quienes se aferren a las peores prácticas del siglo pasado para perpetuar la foma de ejercicio del poder que les conviene mejor a sus intereses.

Dicho esto creo que lo ocurrido en Honduras nos debe llamar la atención sobre la fragilidad de nuestros sistemas políticos. Un día cualquiera el presidente electo por la voluntad popular contraría los deseos de las clases mas privilegiadas por el sistema económico-político (llámese poder económico y dirigentes de partidos) y a los pocos días estas clases ejecutan alianzas que terminan sacándole del poder con una excusa cualquiera (para ambigüedades son magníficas nuestras leyes) y con la pijama aún puesta.

El derrocamiento del presidente Zelaya en Honduras nos debe llamar la atención no solo por el peligro de que una figura en el poder se envalentone por el apoyo popular y comience a buscar perpetuarse en la dirección de los destinos de la patria. Nos debe llamar la atención respecto a como la debil institucionalidad y la escasa representación popular en las instituciones del estado pueden llevar a que un día cualquier un grupúsculo de dirigentes de partidos junto a algunos líderes militares se alíen y de la nada aparezcan sacando al ejército a las calles en demostraciones de poder y luego conducirlo a atacar al pueblo al cual deberían proteger.

En la medida en que los dirigentes de los partidos responden únicamente a sus intereses particulares y a los de los grupos económicos que les apoyan para alcanzar el poder, es más fácil que se den situaciones como las ocurridas en Honduras. Eso se agrava cuando sumamos unas fuerzas armadas anhelando vivir las glorias del pasado, cuando dirigian impunemente los destinos del país bien a través de un militar o como el verdadero poder tras de un gobierno "civil". Fuerzas armadas que ensalzan el nombre de responsables de masacres de civiles, que protegen a dirigentes militares que cometieron delitos en contra de la población que debieron proteger, fuerzas armadas dirigidas por unos cuantos que buscan los privilegios que otrora disfrutaron.

Los retos para nosotros estarán en parte entonces en hacer que las instituciones respondan a los intereses de la población. En la práctica, habrá que seguir presionando para que elecciones como las del Fiscal General, Procurador General, Magistrados y Magistradas de la Corte Suprema de Justicia, Presidente de la Corte de Cuentas, entre otros, que históricamente los partidos se las han repartido en base a cuotas, pasen a ser elegidos por competencia profesional e independencia de sectores partidistas.

También habrá que presionar por que la ley de partidos politicos haga transparente los orígenes del financiamiento de las campañas electorales, y para que de una vez por todas se rompa con la impunidad heredada de la guerra. Ese estigma sigue estando sobre nuestra sociedad, hacernos libres de los culpables de grandes crímenes en contra de la población civil zanjará el camino para que la justicia impere, y que la población se sienta con el poder de sentar a juzgar a quienes se han aprovechado del poder para beneficiarse a sí o a sus allegados, atropellando los derechos de las ciudadanas y los ciudadanos.

El reto se resume en hacer funcionar a la democracia como "el poder del pueblo". A mi juicio la meta habrá de ser trascender la democracia representativa y construir una democracia participativa, no obligatoriamente por la a veces engañosa vía de la "democracia directa", si no por un involucramiento pleno de las ciudadanas y ciudadanos en la manera en como se rigen los destinos del país. Hacer que las instituciones que garantizan ese poder funcionen para ello y lograr que la población se involucre activamente en ejercer ese poder a través de las diversas formas que pueda ejercerse son - en mi joven y humilde opinión - los primeros pasos para prevenir que tengamos que seguir temiendo vivir en lo peor de la segunda mitad del siglo XX.

Feliz semana a todas y todos y primero Dios la sensatez se imponga en Honduras. No les perdamos de vista, que es un país hermano.

Victor

3 comentarios:

Jerry H. dijo...

Lastimosamente Honduras vive un proceso crucial, del cual pueden terminar saliendo con mucha madurez y crecimiento, como pueden salir horrendamente mal. A mi juicio ambos actuaron mal, Zelaya con su irrespeto a la institucionalidad, la cual consideremos oligarca o no, es parte de los fundamentos democráticos de un país y debe ser respetada. Sólo con respeto se logra respeto. Pero, los militares (y otro grupos de interés afin) actuaron mal al llevar al país a 1960, al validar una forma de hacer país basado en la fuerza, al poner en ridículo la democracia. Si Honduras tan sólo percibe que había otra salida al problema de Zelaya vrs. Congreso/Corte/Grupos de Interés una salida de no violencia y fuerza, entonces habrá crecimiento.

El mal ejemplo dijo...

El socialismo cuesta demasiadas tardes libres, se quejaba Oscar Wilde. La democracia tiene esa misma dimensión temporal: lleva tiempo, mucho tiempo. El tiempo necesario para el contraste de pareceres, el uso público de la razón, el debate libre, la formación de consensos, la revisión de las decisiones, la exigencia de responsabilidades: la calidad de estos procesos es incompatible con la prisa. Las sociedades donde la gente “no tiene tiempo” no pueden permitirse la democracia.
J. Riechmann, Tiempo para la Vida.

El problema de fondo que va emergiendo de toda esta coyuntura no es tanto la institucionalidad (bonita palabra, presa siempre de una legalidad impuesta por y para y desde ya-sabemos-quiénes) sino la desambiguación de esa otra palabrita: democracia. Cosa curiosa porque uno creería que no admite mucha ambigüedad: "el poder del pueblo".
En ese sentido me parece que no le hacés justicia a la democracia directa al tildarla de "a veces engañosa vía". En la configuración actual del Estado es casi impensable, por las mismas razones que cualquier forma significativa de democracia es impensable.
La concreción de la democracia pasaría forzosamente por una descentralización, por una dislocación profunda de ese "kratos" en el sentido más amplio, político, económico, cultural, sexual, etceteral. Cambios que -creo- volverían a la democracia directa menos engañosa de lo que hoy nos parece...

Saludos.

El mal ejemplo dijo...

pd.
Aunque no, quizá no sea tan curioso. Al fin de cuentas siempre nos quieren dar gato por liebre, o gorila por democracia. :P