miércoles, 3 de septiembre de 2014

33, unos apuntes

Los treinta y tres. Inevitable relacionarlo con la edad del buen Jesús y con una suerte de numerología que indicaría que uno ya ha alcanzado cierto punto. La expectativa de la sociedad es así: tenés que tener un cierto éxito, haber hecho esto, tener aquello y esto otro. Pendejadas.

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Sé que no soy indispensable. Que soy único, irrepetible. Que intento ser bueno, hacer lo correcto o mi versión de lo que creo correcto, que es más honesto. Que el humano que he construido hasta el día de hoy me cae bastante bien. Lo veo al espejo y de frente puedo escudriñar su mirada con honesto aprecio. Lo miro y miro su historia y soy capaz de recorrer las múltiples e infinitésimas razones por las que es y está así. Y soy y estoy agradecido por cada una de ellas. El buen Dios, esa fuerza detrás de todo y a quien he ido aprendiendo a aceptar en su insondable voluntad y su absoluta misericordia  me ha concedido cientos, miles de razones para estar ahí, con el corazón caliente a pesar de ver la inmundicia rodeándo(me)(nos).

Soy un privilegiado. He recibido y sigo recibiendo tanto desde tantas partes y apenas puedo digerirlo. Dia a día veo la maravilla de la gente que me quiere, la gente que me recuerda, la gente que estuvo y que me ha olvidado. La gente que a pesar de mis yerros sigue teniendo el abrazo abierto para cuando me atrevo a volver.

Soy un privilegiado. Por eso digo que son pendejadas las expectativas del apartado previo. Mi éxito es poder verme a los ojos. Poder abrir los brazos y dar el mejor abrazo que puedo dar. Ver a mi familia más grande y aún junta. Poder abrir la mano y encontrar la mano de la Bea para seguir caminando. Poder ver a los amigos y saber que alguna vez, algún día recordarán mi nombre con un poco de dulzura, con tantito aprecio. Que alguna vez ayudé queriendo o sin quererlo a cambiar la vida de alguien, a que se sintiera acompañado, comprendido, querido o reafirmado. Saber que alguien siente o sintió en mi, un día, un momento, un segundo, un poco de esperanza.

Eso. Saber que un día caminé por el mundo, por sus vidas y que valió - al menos por un segundo - la pena.

Gracias



Acá, queda una lista con algunas de las músicas sentidas en estos 33 años.

2 comentarios:

Hunnapuh Xbalanque dijo...

Felicidades mi estimado, los 33 es un buen momento para hacer un alto y mirar hacia atrás, ver lo recorrido, mirar al frente y planear lo que falta por recorrer.
El éxito es en gran parte estar contento con lo que se ha hecho con la vida y en la medida en que se ha servido a los demás se aumenta en uno esa tranquilidad y alegría de haber hecho algo, aunque otros lo consideren pequeño.
Perteneces a una generación privilegiada a la que le tocó recoger los pedazos que dejo la generación anterior para ensamblarlos en una nueva nación.
Felicidades por el duro camino que falta por recorrer, ya que eso es realmente vivir.

Ricardo Hernández Pereira dijo...

Creo que a todos los que nos vamos acercando a esa edad nos da una pequeña crisis (no lo llamaría crisis, sino una evaluación severa de lo que hemos logrado versus lo que la gente espera que hayamos logrado). Hace algunos meses me puse a meditar sorbe la cuestión de la edad, y la calidad de tiempo que uno ha vivido. Me siento feliz de estar a un paso de los 30, me siento orgulloso de saber que tendré 30 años de más conocimientos, experiencias, de tratar de ser mejor persona, de ver que soy quien quería ser de cuando niño. Uno se entrega mucho a la vida, y da satisfacción ver que uno influye en las demás personas sin siquiera notarlo. Me alegra y me entristece a la vez saber que mi ausencia podría cambiar radicalmente la vida de muchas personas. En conclusión: soy valioso. Hay que luchar por ser todavía más valiosos y hacer de este mundo (este país) un lugar mucho mejor.