sábado, 5 de abril de 2008

Hace 20 años... Hace 9 años...



Domingo, 3 de Abril de 1988 Papá te cuento que he andado en Nejapa que he visto un conejo y que se murió lubi [1] de moquillo estoy de vacaciones y fui al cine con padrino chepe a ver superman iv superman gano jugamos a gi goe [2] con la cori catia mi mamá me trajo flotadores nos mañamos en la pisicina ya voy a ir al colegio medico a aprender a nadar. Estoy ahorrando en el chucho [3] para poder ir a verte [4]. Adios papá cuydate mucho! Victor José Castro



NOTAS:

1- Lubi fue mi primer perro, era un French Poodle blanco.

2 - G.I. Joe, caricatura que pasaban en el canal 2.

3- Mi primer alcancía era un perro de yeso, no recuerdo de que raza, pero el hoyo para las monedas se lo hicieron un poco a la fuerza.

4 - Mi papá estaba haciendo su posgrado en México D.F.



Ni sé ya como continuar este post. Con mi mamá encontramos una bolsa con las cartas que le envíabamos a mi papá mientras él estaba en el D.F. haciendo su posgrado. Entre otras cosas me doy cuenta de que mi primer poema fue éste:



Lo escribí el 31 de Enero de 1990. Yo juraba que mis primeros poemas los había hecho ya en mi adolescencia, pero resulta que a los nueve años ya me echaba mis motáforas y copiaba el estilo de los poemas que salían en la colección Sembrador, en los que habían poemas de autóres anónimos. Y ya desde entonces me gustaba leer.



Tambien me doy cuenta que entre nuestras cartas se deslizaban hechos históricos del país, como éste:



Atrás de mi escuela (la Escuela Salesiana "Domingo Savio") asesinaron al Fiscal General de la República. Recuerdo vagamente el hecho, pero no recuerdo el nombre del Fiscal. La Carta está fechada en el 24 de Abril de 1989.



En otras cartas le contamos que hubo un ataque a la guardia o que hubo una balacera acá cerca, o que atacaron a la Defensa Civil. Hasta a la intimidad de la comunicación de una familia separada por la distancia se colaban esos hechos. Que yo, un cipote de 8 años transmitiera esas cosas a su papá como parte de la comunicación habla mucho de lo saliente que eran esos hechos en nuestra vida. Habla mucho del mundo que me fue creciendo.



¿A que vienen estas partes de mi historia personal y familiar? Pues fuera del hecho del valor emotivo que tienen para mí, me hacen reflexionar sobre lo afortunado que soy no solo de haber salido vivo de esa guerra que se colo hasta en lo que le contaba a papá en mis cartas, si no además del que en mi familia se me protegiera en esos años del daño que podrían haberme hecho personas dentro o fuera del ámbito familiar.



A Katya Miranda no le pasó lo mismo. 11 años después de la primera carta que les pego acá, en compañía de su padre y su abuelo fue violada y asesinada. Como pasa tristemente en muchas familias salvadoreñas, los agresores hacia una niña fueron personas conocidas, parte de su familia. Indigna ver en las noticias casos como ese: el abuelo, el tío, el padrastro de unos niños los viola, abusa de ellos física y sexualmente. O los matan.



Cuando la gente se da cuenta de cosas así sacan de lo mas profundo de sí una suerte de deseo de que se haga justicia al estilo de la ley del Talión: Deberían quemarlos, deberían matarlos. Aparece un deseo de justicia, de reparación del daño infringido, más allá de las expresiones particulares. Pero tristemente no solo no se hace justicia la mayor cantidad de las veces, si no que para colmo se encubre al agresor, y se revictimiza a las víctimas.



El caso de Katya Miranda, mas allá de las implicaciones que puede tener a nivel político (por aquello de los vinculos entre los acusados y ciertas estructuras gubernamentales) tiene algo de ese deseo de justicia en el caso de las agresiones a los niños, esos que tanto se pregona en el panfletarismo gobiernista que son el futuro de nuestro país. Es buscar que se rompa la impunidad, que se haga algo y que no quede solo en esa sensación de cólera que nos da el saber que hay quienes se valen de su posición de poder para violentar y hasta terminar prematuramente con la vida de un niño una niña.



Que se pida que se haga justicia va mas allá de cualquier discursito barato de que lo social va a ser prioritario de acá en adelante y tralalá los rojos morirán. Antes de pensar en esas supuestas reformas hay que limpiar lo sucio que hay en los rincones de nuestra patria. Y que se omita hacer justicia en el caso de una niña violada y asesinada, asi como se omite hacer justicia con muchos otros casos de niñas y niños violentados física y sexualmente es una enorme mancha que va a seguir empañando nuestra sociedad y en especial a quienes hemos delegado la facultad de hacer valer la justicia.



Para hacer sonar nuestra voz pidiendo justicia se ha iniciado una campaña online a través de éste sitio:



http://www.ipetitions.com/petition/katyamiranda/signatures.html





Sólo deben llenar el formulario al final, les animo a dejar su firma y que resuene nuestra voz para parar la impunidad.



Victor

2 comentarios:

Unknown dijo...

;(

que cosa tan íntima la que nos compartes hoy. He sentido y pensado muchas cosas, sin duda; Katia merecía vivir y crecer, disfrutar como cualquier niño.

Carlos Abrego dijo...

Victor:
Me ha parece exacto el comentario de beka. Cosas sumamente íntimas y esas reflexiones sobre el caso de la niña Katya Miranda.

No se le puede seguir negando justica a esta inocente.