sábado, 13 de noviembre de 2010

A mi abuelo, antes de no poder decir nada más

Hace 24 horas no pensaba en mi Papá Julio con la gravedad de quien sabe que debe hurgar profundo en cada recuerdo, antes que se escapen de la memoria como él se va escapando de la vida de manera tan sorpresiva y acelerada. Mientras yace en el hospital, pienso en cada lección de vida, en los momentos que pasamos juntos. Hace 21 años, por ejemplo, al llegar la hora del toque de queda me quedaba con él ahí por el chorro de la casa, oyendo las noticias sobre la ofensiva. él se preguntaba por Álvaro, su sobrino, quien andaba guerrillereando en Guazapa.

Por esos años mas o menos él me enseño a usar bien la atarraya. Él tiene una atarraya pequeña, una chimbolera, de hoyo pequeño y tamaño apropiado para que un niño de 8 años aprendiera a tirarla en un río que entonces no era sistemáticamente contaminado. Por esos años aprendí también a usar el azadón, el pico, la pala, el chuzo. Aprendí a agarrar bien el tenedor y la cuchara, a no hacer ruido al masticar ni al sorber. Supe cómo se sembraba el maíz con que mi abuela hacía las tortillas. Aprendí a destuzarlo, a desgranarlo a mano, a llevar el huacal al molino para que mi abuela lo moliera. Aprendí a saludar a todo mundo con un buenos días, a disfrutar de los valses, a respetar mucho a los ancianos y a sacarles plática de sus recuerdos. Un poco después me enseñaría a usar una pistola por si acaso, a hacer nudos para amarrar hamacas, a apreciar las capas de cenizas en los cerros cortados por las calles.

No me va a alcanzar la noche. Hay demasiado recuerdo al que aferrarme antes que mi viejo estire las chancletas. Ojalá no sea esta noche, ni mañana. Todavía no he aprendido el cuento de la ciudad de los pedos para contárselo a una nueva generación. Todavía no sé bien cuando es que está de punto el zapote para cortarlo y ponerlo a madurar. Aún no me he aprendido todas sus muecas. Pero si se va en estos días, al menos lo que he aprendido de él ya me vale para un aplauso de piojo, y para un plato de cusuco en miel y otro de garrobo en leche, sus platos -imaginarios - favoritos.

Gracias mi viejo. No se vaya todavía, pero si se va no venga a morderme el cachete con su cientoun diente. Mejor dígame cómo se hace para ser tan vergón durante una vida entera.

5 comentarios:

Jerry H. dijo...

Fuerza a ti en estos momentos Jefe... si se puede saludámelo de parte de Fidelito.

Unknown dijo...

Un gran abrazo... tu abuelito es la onda... y verás que sale adelante. Un abrazo.

Verónica dijo...

No tenés idea de cuánto me ha impactado este post. Sé que es difícil para toda tu familia.

Espero de todo corazón que se mejore y que puedan celebrar otra navidad juntos, que se vista de Santa y que cuente más cuentos.

Estamos con vos en este difícil momento. Un abrazote súper fuerte para ambos. Mis oraciones los incluyen.

Anónimo dijo...

Mi solidaridad con usted compañero y su familia,la mejor alegria y fuerza para tu abuelito...gracias por regalarnos tu sencibilidad!!

manuel peña dijo...

victor, no se que decirte... realmente no se, solo que mi amistad y mi cariño total es para vos y que si parte tu abuelo se refleja en tu manera tan cachimbona de ser, pues yo tambien he aprendido de vos. un pijo