sábado, 24 de marzo de 2007

Monseñor Romero, a 27 años de su asesinato




En este momento la hostia de trigo se convierte en el cuerpo del Señor, que se ofreció por la redención del mundo y en éste cáliz, el vino se transforma en la sangre que se ofrece por la salvación. Que este cuerpo inmolado y esta Sangre Sacrificada por los hombres nos alimente también para dar nuestro cuerpo y nuestra sangre al sufrimiento y al dolor, como Cristo, no para sí, sino para dar cosecha de justicia y de paz a nuestro pueblo. Unámonos pues, íntimamente en fe y esperanza a este momento de oración por Doña Sarita y por nosotros.

Disparo...




Ahora estaba oyendo tus últimas palabras, Óscar. Cuando arreglaba el audio, oía cómo sonaban las chicharras al fondo de tus palabras. Esas últimas palabras que dijiste, cuan proféticas fueron. El Cuerpo Inmolado y la Sangre Sacrificada por las personas te alimentó para darte con la vida entera y así dar esa cosecha de justicia y de paz a nuestro pueblo.

Tus palabras siguen resonando fuertes, tu discurso no pierde actualidad como palabra profética. No sabés cuánto bien nos haria a a todos volver sobre tus palabras para encontrar esos caminos de paz que anhelamos. Hay quienes dicen que si estuvieras vivo no hubiese habido guerra, y que si resucitases, hablarías con la misma firmeza que hablabas antes. Cómo nos hacés falta, que seguimos llamándote "Monseñor", con una manera especial de resonar en el corazón. Y aún enlos que no te conocimos, los que no te escuchamos. Yo fui testigo de cómo en Morazán cipotes menores que yo, líderes en sus comunidades mencionaban palabras tuyas, y decían que si estuvieras vivo seguro los habrias visitado alguna vez.

En mi caso, cuando naciste para el Reino de los Cielos, no era ni un proyecto en la cabeza de mis papás. Pero he leído lo que dijiste, he escuchado algunas grabaciones tuyas. Y resuenan en mí, Óscar. Resuenan tus palabras, resuena tu ejemplo, inspira a quienes nos dejamos tocar por él. E incomoda a muchos, porque mueve a la acción, porque exige, porque desde el amor mueve a comprometerte. Y eso ahora no gusta, hay quienes no quisieran que en la Eucaristía se toquen cosas de la realidad, hay quienes dicen que esas cosas deben quedar en el olvido. incluso hay quien dice que no se politice tu recuerdo, cuando si estuvieras vivo habrías sido el primero en meterte en éstos rollos.

Así las cosas, Óscar, cada vez se oyen menos a las chicharras y hay menos personas que se comprometen a transformar la realidad para todas y para todos. Vos que estás entre los santos, entre los mártires, ora por nosotros, que cada vez hayamos más personas que nos comprometamos a dar cosecha de justicia y de paz para todas y todos.
Nos vemos en el cielo, amigo.




Victor

P.D.: ¿Alguna idea de donde y cuando podríamos hacer la reunión de bloggers? Dejenla como un comentario en el post anterior.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cómo nos hace falta; hoy tanto como antes. Pero nos dejó tarea.
Saludos, cipotío.

Edith dijo...

Podrán callar al profeta, pero su voz de justicia no!!!

Victor, creo que las enseñanzas de monseñor son indiscutiblemente valiosas, a veces nos desanimamos frente a la realidad de esta vida llena de inequidades, pero el compromiso es trabajar en función de aquellos que no tienen voz...


Cuidese muchachote