lunes, 24 de agosto de 2009

Una reflexión a raíz de visitar San Juan Nonualco..

El pasado sábado por la tarde tuve la oportunidad de regresar después de varios meses a San Juan Nonualco. Esta vez no por motivos de trabajo, si no que andaba con mi madre, mi hermana y mi abuelo, y fuimos expresamente a visitar la tumba del P. Fray Cosme Spessotto OFM, uno de los mártires que ofrendaron su vida en nuestro país en la década de los 80 y que junto a Mons. Romero han sido presentados al Vaticano como cristianos mártires de nuestros tiempos, dignos de ser puestos en los alteres como ejemplo de compromiso con la causa evangélica de la justicia y la lucha por lo más necesitados.

[Del P. Cosme he escrito antes este otro artículo, el cual les recomiendo visiten si no le conocen.]

En el pasado únicamente yo había visitado la tumba del P. Cosme y luego impactado por su vida le había pasado a mi mamá una biografía que conseguí. También ella se conmovió por la historia de éste nuestro mártir, un santo de nuestros tiempos y como yo, guardaba la esperanza de poder ir a visitarle en su última morada terrenal. Se le concedió este fin de semana poder visitar el lugar donde hace 29 años fuera asesinado este hombre sencillo y tenaz que cambió la vida de muchas personas desde el amor que puso en cada cosa que hacía.

Platicabamos sobre esto con mi mamá y con mi abuelo al regreso del viaje, sobre las dificultades que enfrentó el P. Cosme en su trabajo en esa zona, sobre cómo fue haciendo desde la nada tantas cosas buenas por la gente y junto con ella, como su amor exigía el compromiso de quienes le rodeaban y como aprovechó su lugar y el poder que ésta posición le confería para hacer el mayor bien posible. Y no podíamos evitar traer a nuestra mente los acontecimientos recientes, el cambio de gobierno, los nuevos jefes de cada instancia gubernamental y el discurso de muchos de estos mismos que se declaran admiradores o aún sentirse inspirados por Mons. Romero.

Me decía mi mamá que qué ocurriría si tan siquiera ellos leyeran la historia del P. Cosme y se dejasen tocar por ella, qué ocurriría si en verdad tomaran el ejemplo de Mons. Romero e hicieran del compromiso con la gente a quienes deben el poder que hoy detentan su máxima urgencia. Y es que tener como inspiración a un mártir se vuelve un asunto delicado pues hay que llevar esa admiración al terreno de lo concreto, de lo necesario, porque el ejemplo de un mártir suele ser radical, más radical aún que aquellos que se autproclaman como tales.


De ahí que sea un gran compromiso para Funes y muchos de quienes le acompañan como gobierno señalarse como admiradores de Mons. Romero. Pues, tenerle como ejemplo implica un compromiso profundo con las causas de las grandes mayorías pobres de nuestro país, implica no solo un discurso bonito si no acciones concretas de apertura a la población más necesitada y una exigencia firme y justa ante quienes más se privilegian del orden social establecido.

Ante las incertezas del presente no hay nada como volver sobre los pasos de quienes realmente cambiaron la historia de quienes les rodeaban, quienes dejaron una buena huella en los caminos por donde anduvieron, y en esos pasos encontrar la inspiración, la rectitud de motivos, la ética, el compromiso, la mística de quien se propone alterar el orden establecido para construir un mundo mejor.

Pero tal pareciera que empecinamiento en el poder lleva a que las figuras de ese ayer que no deja de ser cercano, sean cada vez más borrosas y que los compromisos que exige seguir su ejemplo se diluyan. Si no, vea Ud si hay algún compromiso con respecto a derogar esa oprobiosa ley de Amnistía, que tapa los crímenes de unos y otros con un velo que apesta a la corrupción histórica que desde entonces ayuda a mantener con bases de sangre.

Y no es únicamente en este tema que haya esa disonancia entre los discursos de siempre y las acciones concretas; viendo y escuchando algunas cosas que se estan cociendo dentro de las instituciones de gobierno se enrarece el panorama, se vuelve cuestionable la visión del proceso de transformación del país ya que muchos de quienes habrán de ejecutarlo son en esencia de la misma calaña que quienes han dejado el país en bancarrota: tienen la misma ambición, el mismo amor al poder, al privilegio, al halago. Practican el mismo amiguismo, usan los mismos medios corruptos que los otros o permiten que se sigan usando, que se siga haciendo la misma clase de arreglos bajo la mesa, los mismos repartos por conveniencia.

Por ello cabe recordar a quienes nos han marcado la vanguardia con su ejemplo hasta la muerte; en la valentía de ellos es donde hay que buscar la fuerza para hacer las necesarias transformaciones del presente, aún si a costa de ello nos ganamos la antipatía o el escarnio de quienes incluso dicen profesar nuestras mismas convicciones. En vísperas de que se cumplan los primeros 100 días del nuevo gobierno valga bien esta lección para ellos y también para nosotros.

Es triste pensar que el cambio ha llegado, pero que las bases sobre las que se construye estan cuando menos, sucias, si no es que podridas. Más triste sería aún pensar que nuestra consciencia de la profundidad de nuestros problemas se ha adormecido, que vamos a conformarnos con que la bandera partidaria del gobernante sea hoy de otro esquema de colores. Ver los problemas y callarnos ante ellos sería manchar una vez más la memoria de estos hombres y mujeres que derramaron su sangre para que nosotros pudiéramos terminar de construir El salvador que ellos ansiaron ayudar a hacer.

Victor

1 comentario:

Ricardo Hernández Pereira dijo...

Me conmovió mucho la historia del P Cosme. Yo viajo con bastante frecuencia a SJ Nonualco y no he podido visitar su tumba. Espero hacer un poco más de tiempo y ver con mis propios ojos su última morada.