Tenía la intención de escribir sobre el discurso de Funes. lo haré, ahi está el borrador, pero éste día no tengo muchas ganas de hablar de política. El origen de éste post corto (comparando con mi promedio de palabras en cada post) se lo debo al amigo Snipe, quien nos cuenta un episodio "gatuno" por llamarlo de algún modo. Acá voy...
En general soy una persona a quien le gustan los animales, incluso aquellos menos favorecidos por nuestra cultura, y como contaba en otra ocasión, incluso he tenido como mascotas un par de esos animalitos generalmente repulsivos. Pero de los animales domésticos prefiero los perros y los pericos. En las dicotomías a las que estamos sometidos por la sociedad, en lo que a perros y gatos se refiere, yo no soy una "cat person", osea, una persona que prefiere los gatos a los perros.
Yo prefiero los perros, de hecho y como se lo plantee a Mario en un test/post que hizo hace algunas semanas, si yo fuera animal sería un perro. Y es que en ellos veo cosas que admiro: transparencia, entrega, lealtad, empatía, entre otras. Amo los perros, si señor. Aunque tengo mis preferencias y mis desagrados respecto a la gama de razas que hay en el mundo. Prefiero los perros, "perros", como mi rottweiler: la Maya. No me gustan los perritos de cartera o los perros-llegando-a-rata (los chihuahuas pues), son demasiado bulliciosos y en el caso de los chihuahuas son propensos a padecer de trastornos de personalidad (casi que se mueren de bravos, y por puro gusto). De gatos, sólo el par que han habido en casas de mis familiares, y los gatos siameses color café/crema con ojos azules, como el de la foto.
Snipe señalaba que lograba comunicarse con los gatos, en "su idioma", y que lograba transmitir ciertos contenidos existenciales de particular carga emocional en ese momento que nos narra. Posiblemente no todos podamos hablar en "perro", en "gato" , en "perico" o en "mapache" (por citar algunas mascotas que pueden tenerse); pero creo que quienes tenemos perros o gatos sabemos que éstos logran una conexión emocional con nosotros que a veces parece irreal. Pareciera que nos entienden, eso.
Recuerdo que hace un año yo estaba pasando por una situación personal difícil y bueno, en ocasiones me agarraba por hacer líquidos los dolores, y en esas ocasiones siempre la Maya estaba cerca de mi. Y me daba besos (lenguetazos pues) como tratando de hacerme sentir mejor. Igual ocurrió cuando me avisaron que mi abuela falleció, ella estaba cerca y pareció percibir el dolor y se fue a sentar justo a mis pies y me empujaba con la cabeza para que la voltease a ver. Esos pequeños gestos me hicieron sentir mejor, o me hicieron reaccionar en su momento.
Con esto puedo afirmar que sé cuan terapéutico es tener una mascota cerca y, mejor aún, poder transmitirle lo que sentimos. Esa conexión entre ellos y nosotros es a veces más profunda que la que logramos tener con las personas. Y es que no va mediada por nuestras convenciones, es el puro sentimiento expresado físicamente, ellos perciben eso y conectan más con nosotros porque leen nuestra postura, los gestos, perciben el ritmo de la respiración y el pulso, incluso llegan a percibir cambios en el olor de la persona dados con ciertas emociones.
La emoción tiene, a grandes rasgos, un componente físico: un gesto y un estado de activación fisiológica, además tienen un componente simbólico, por llamarlo de algún modo, con esto me refiero a los sentimientos e interpretaciones que las acompañan. En suma una emoción es una colección complicada de respuestas químicas y nerviosas formando un patrón, tienen algún tipo de función reguladora, para favorecer que el individuo se adapte a cierta circunstancia particular. El aprendizaje y la cultura cambian la expresión de las emociones y les da nuevos significados, aunque las emociones como procesos biológicos dependan de mecanismos cerebrales innatos, depositados por una larga historia evolutiva.
Con los animales la dimensión simbólica adquiere un valor distinto, el aprendizaje y el peso de la cultura son irrelevantes en como transmitimos la emoción: la transmisión de ese sentimiento es más auténtica y, posiblemente, más liberadora o mas catártica. Con el animal nos liberamos de las ataduras sociales y nos permitimos ser más nosotros mismos, a menos que seamos personas tan rigidizadas por la sociedad que nos sea imposible conectar con el animalito en cuestión. Ahi si es "en demás", como decía un maitrito chero mío.
El hecho es que por algo tan "bruto" o tosco como puede ser que un rottweiler te jale la mano con su trompa mientras estás tirado en cama llorando por un amor que dejo de serlo, es que llega a ser incluso un factor de buena salud tener un perro, gato o un perico. Por eso es que las gentes solas que tienen mascotas viven más que las que no las tienen. Porque esa apertura a nosotros, ese favorecer que nos expresemos con autenticidad, esos pequeños y toscos gestos de cariño o de empatía, son los que me llevan a empatizar con aquella canción de Roberto Carlos llamada "El Progreso" que dice en el coro: "Yo quisiera ser civilizado como los animales". Porque ellos si saben ser nuestros mejores amigos.
Feliz semana, mis crazy diamonds.
En general soy una persona a quien le gustan los animales, incluso aquellos menos favorecidos por nuestra cultura, y como contaba en otra ocasión, incluso he tenido como mascotas un par de esos animalitos generalmente repulsivos. Pero de los animales domésticos prefiero los perros y los pericos. En las dicotomías a las que estamos sometidos por la sociedad, en lo que a perros y gatos se refiere, yo no soy una "cat person", osea, una persona que prefiere los gatos a los perros.
Yo prefiero los perros, de hecho y como se lo plantee a Mario en un test/post que hizo hace algunas semanas, si yo fuera animal sería un perro. Y es que en ellos veo cosas que admiro: transparencia, entrega, lealtad, empatía, entre otras. Amo los perros, si señor. Aunque tengo mis preferencias y mis desagrados respecto a la gama de razas que hay en el mundo. Prefiero los perros, "perros", como mi rottweiler: la Maya. No me gustan los perritos de cartera o los perros-llegando-a-rata (los chihuahuas pues), son demasiado bulliciosos y en el caso de los chihuahuas son propensos a padecer de trastornos de personalidad (casi que se mueren de bravos, y por puro gusto). De gatos, sólo el par que han habido en casas de mis familiares, y los gatos siameses color café/crema con ojos azules, como el de la foto.
Snipe señalaba que lograba comunicarse con los gatos, en "su idioma", y que lograba transmitir ciertos contenidos existenciales de particular carga emocional en ese momento que nos narra. Posiblemente no todos podamos hablar en "perro", en "gato" , en "perico" o en "mapache" (por citar algunas mascotas que pueden tenerse); pero creo que quienes tenemos perros o gatos sabemos que éstos logran una conexión emocional con nosotros que a veces parece irreal. Pareciera que nos entienden, eso.
Recuerdo que hace un año yo estaba pasando por una situación personal difícil y bueno, en ocasiones me agarraba por hacer líquidos los dolores, y en esas ocasiones siempre la Maya estaba cerca de mi. Y me daba besos (lenguetazos pues) como tratando de hacerme sentir mejor. Igual ocurrió cuando me avisaron que mi abuela falleció, ella estaba cerca y pareció percibir el dolor y se fue a sentar justo a mis pies y me empujaba con la cabeza para que la voltease a ver. Esos pequeños gestos me hicieron sentir mejor, o me hicieron reaccionar en su momento.
Con esto puedo afirmar que sé cuan terapéutico es tener una mascota cerca y, mejor aún, poder transmitirle lo que sentimos. Esa conexión entre ellos y nosotros es a veces más profunda que la que logramos tener con las personas. Y es que no va mediada por nuestras convenciones, es el puro sentimiento expresado físicamente, ellos perciben eso y conectan más con nosotros porque leen nuestra postura, los gestos, perciben el ritmo de la respiración y el pulso, incluso llegan a percibir cambios en el olor de la persona dados con ciertas emociones.
La emoción tiene, a grandes rasgos, un componente físico: un gesto y un estado de activación fisiológica, además tienen un componente simbólico, por llamarlo de algún modo, con esto me refiero a los sentimientos e interpretaciones que las acompañan. En suma una emoción es una colección complicada de respuestas químicas y nerviosas formando un patrón, tienen algún tipo de función reguladora, para favorecer que el individuo se adapte a cierta circunstancia particular. El aprendizaje y la cultura cambian la expresión de las emociones y les da nuevos significados, aunque las emociones como procesos biológicos dependan de mecanismos cerebrales innatos, depositados por una larga historia evolutiva.
Con los animales la dimensión simbólica adquiere un valor distinto, el aprendizaje y el peso de la cultura son irrelevantes en como transmitimos la emoción: la transmisión de ese sentimiento es más auténtica y, posiblemente, más liberadora o mas catártica. Con el animal nos liberamos de las ataduras sociales y nos permitimos ser más nosotros mismos, a menos que seamos personas tan rigidizadas por la sociedad que nos sea imposible conectar con el animalito en cuestión. Ahi si es "en demás", como decía un maitrito chero mío.
El hecho es que por algo tan "bruto" o tosco como puede ser que un rottweiler te jale la mano con su trompa mientras estás tirado en cama llorando por un amor que dejo de serlo, es que llega a ser incluso un factor de buena salud tener un perro, gato o un perico. Por eso es que las gentes solas que tienen mascotas viven más que las que no las tienen. Porque esa apertura a nosotros, ese favorecer que nos expresemos con autenticidad, esos pequeños y toscos gestos de cariño o de empatía, son los que me llevan a empatizar con aquella canción de Roberto Carlos llamada "El Progreso" que dice en el coro: "Yo quisiera ser civilizado como los animales". Porque ellos si saben ser nuestros mejores amigos.
Feliz semana, mis crazy diamonds.
3 comentarios:
vaya! no le salió tan largo el post cherada y transmitió lo que quería cmo que se adecúa a los tiempos modernos usted!
Que buen post Victor. Resido en Dubai y hace poco vivia en Doha, aqui casi no hay perros, la razas que prevalecen entre los que hay son los mezclados (aguacateros) y los saluki. Contrario a El Salvador, abundan los gatos, por todos lados en las ciudades es el animal que mas se ve.
La escasez de canes se debe a factores culturales, a los arabes y personas provenientes del subcontinente indio casi no les gustan los perros, y muchos musulmanes los desprecian y los maltratan, llegan a cometer actos como lanzar cachorros desde autos en marcha o dejarlos en el desierto amarrados a algo.
Muchos expatriados traen sus perros o compran cachorros, cuando deciden regresar a sus paises una mayoria decide dejarlos en adopcion, sobre todo porque el transporte de una mascota puede llegar a costar $5000.00 o mas.
Hay grupos voluntarios, dentro de la comunidad de expatriados, que se ocupan de cuidar mascotas abandonadas, siendo los perros el mayor porcentaje de los casos. Mi esposa y yo vamos a adoptar a un aguaca-saluki por 5 meses, como un favor a una amiga que deja Dubai, luego lo entregareos a uno de esos grupos.
Queria preguntarte si no te importa que tome tu post para traducirlo al ingles y enviarlo a una de esas organizaciones, creo que lo podrian usar en sus campanhas para motivar a la gente para que colaboren con ellos.
Cordial saludo.
Tienes mi permiso, Viajero. Siempre y cuando cites la fuente.
Saludos
Victor
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