sábado, 21 de marzo de 2009

Katia Miranda, mi tia abuela lejana, JUSTICIA YA!

Con los zapatos llenos de polvo, recién llego a casa de andar entre unos cañales al pie del volcán. Me convocó el entierro de una tía abuela, familiar lejana a quien conocí hasta la muerte de mi abuela. A sus 71 años murió, cuatro horas después de haber recibido cinco balazos a quemarropa. Atendía su pequeña tienda mientras su hija y su nieto estaban en sus cuartos. Alguien llegó y le disparó. Nadie dice saber quien fue, todo el mundo supone que fueron mareros cobrando renta. Mi familia decía ayer que le habían pedido una cantidad exagerada de dinero, y que al no poder pagar la mataron. Otros suponían que también pudieron ser aspirantes a mareros, demostrando su valía para ingresar a la mara.
Ante la incertidumbre de los autores y los motivos, aparecen todas las teorías posibles, todas con algo de cierto, de posible. El rumor, sin embargo, cede ante la gravedad de la tragedia. Una comunidad entera consternada por la muerte que llega sin razón. No hay categorías de muerte, la parca tiene una sola cara, más no es igual para quienes quedamos en el mundo si quien perece elo hace en un accidente, por una enfermedad terminal, por un infarto fulminante o si nunca aparece muerto o si muere por cinco cobardes disparos de motivos y orígenes desconocidos, a los 71 años.

Se instalan muchas reacciones en quien ha dejado ir una parte de sí con la persona a quien le han arrebatado. Ante una muerte así aparecen la cólera, el deseo de venganza... pero no siempre. Puede voltearse el dolor en algo más grande que la cobardía del asesino de una anciana indefensa, puede transformarse en deseo de vivir, en deseo de transformar la realidad para que alguien más no sufra. Así lo creen los hijos e hijas de ésta anciana que murió calmando a su familia, exclamando su profunda certeza de pertenecerle a Dios.

Vengo pensando en todo esto, quiero escribir unas líneas sobre ello. Mientras me quito mis zapatos llenos de ese polvo blanco que impregna tantos caminos rurales de mi país, veo que Felix Garrid Safie, Fiscal General de la República, habla al fín de nuevo sobre el caso de Katia Miranda, diciendo que se va a reabrir el caso, que ahora si hay pruebas y no sé qué más. Me llama la atención la pose que toma, el medio que utiliza, la hipocresía con que proclama que el caso era algo que le tocaba de una manera especial, sutil.

Tiro un zapato al suelo, me invade la cólera por lo que yo interpreto como cinismo, porque no creo en su discurso y porque yo pienso que ésto no lo hace por un verdadero afán de hacer justicia. Pienso que es positivo que al fin se reabra el caso, que hay una leve esperanza de que al fín se haga justicia en un caso emblemático. Pero creo que el Sr. Safie lo hace porque quiere figurar ahora que están cerca de elegir al nuevo Fiscal General, porque busca la reelección y sabe que éste caso había estado siendo reivindicado tambien por el partido que asume el poder en Junio.

Leo el Colatino y veo que atraparon al abuelo de Katia y a otros sujetos, a quienes se les vincula como  posibles responsables de la violación y asesinato de Katia, me cuestiono porqué milagrosamente aparece ésto hoy, a dos semanas de que prescriba el caso, a pocas semanas de que se elija nuevo Fiscal General. Me pregunto porqué muestra esta actitud Safie, recuerdo cuan militante de ARENA se mostró durante la campaña - que hasta vulneró el cacareado secreto bancario para intentar desacreditar a Mauricio Funes en plena campaña electoral -, me ubico en el contexto legislativo - el órgano legislativo es quien elige al Fiscal General  - y pienso en como ARENA ha perdido algo de poder al debilitarse su aliado más incondicional en la misma. Me recuerdo que este caso que ha sido revindicado por muchos sectores, incluso algunos allegados al FMLN, partido que toma el poder en Junio y que es mayoría en la Asamblea Legislativa.
Me hago muchas especulaciones ante otra muerte que me trasciende y que reclama que se haga justicia, una muerte a la que se suma la de ésta tía abuela a la que apenas conocí en la vela de mi abuelita, pero cuya muerte convocó a más de doscientas personas que asintieron la cabeza cuando se dijo que había que volver nuestro dolor algo que transforme positivamente la vida. Pienso en la altísima posibilidad de que sea tomada por las autoridades como una meurte más, otra cifra sumada a la ligera a unos totales avergonzantes para una sociedad "civilizada". Especulo nuevamente al recordar la imagen de Safie, hablando cínicamente de su deseo de hacer justicia, pienso en las veces en que se negó a hablar del caso, lo imagino hablando así de la muerte de mi tía abuela.

Hoy habíamos más de 200 personas en la despedida de quien en vida fuera una anciana muy dedicada a su fe, a su familia y a sus amigos. Ojalá ese perdón que la familia exclamó hacia el asesino o los asesinos de su abuela se vuelva una fuerza trasnformadora en esa comunidad, y que hagan realidad la petición de la familia: cuiden a la juventud, sean padres y madres responsables, sean ciudadanas y ciudadanos responsables.

Pienso en Katia, que hace diez años reclama justicia desde su inocencia de niña. Pienso en la anciana que hemos enterrado en un cementerio entre cañales, al pie del volcán. Pienso en las y los miles y miles de muertos que reclaman que se haga justicia, en cada familia que atemorizada elige huir del lugar adonde murió su familiar, en cada comunidad que asiste impotente a otro entierro de uno de sus miembros que les fue arrebatado violentamente por la delincuencia, pienso en cada niño y niña que crece viendo como brota sangre alrededor suyo. Pienso en la necesidad de volver todos esos dolores una fuerza que transforme, que exija, que grite a los cuatro vientos que queremos verdadera, pura, transformadora JUSTICIA, YA!

Victor

7 comentarios:

Dulce Limón dijo...

Lo lamento mucho por su pariente. :( La vida lo cobra con creces, aún cuando la ley de los hombres es ciega y sordomuda.

del 503 al sv dijo...

Un abrazo hermano y mucha fortaleza.

Anónimo dijo...

Lamento lo de tu Tía abuela. Rezaremos por ella.

Carlos Abrego dijo...

Querido Victor:

Lo siento mucho y me uno a tu tristeza.

Comparto todas tus preocupaciones e indignaciones. También la esperanza que expresás porque las cosas cambien.

Jerry H. dijo...

Lastimosamente los cambios grandes o aquellos que sentimos grandes generalmente toman mucho tiempo y se llevan a cabo al coste de muchas cosas preciosas, incluyendo vidas. Pero ten fe que el cambio viene, nuestros esfuerzos así lo harán. Katia es un ejemplo, sólo con nuestra presión y de todos aquellos indignados es que esto ha funcionado, y en ningún momento por obra de un humano triste y vendido como Safie. Katia es nuestro ejemplo, sigamos con más, presionemos por el cambio.

Jacinta dijo...

Creo que lo que más duele en estos casos es la manera de morir, como usted bien lo señala. No es lo mismo morir de una enfermedad o en un accidente, que de 5 cobardes tiros.
Y qué cobardes, sí, matar a una señora trabajadora de 71 años a tiros.
Lamentándolo con usted.

Unknown dijo...

Qué cólera.

Un abrazo lo siento mucho.